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Fern y la perfección culinaria

  • Writer: Reinaldo
    Reinaldo
  • Jul 10, 2018
  • 3 min read

Updated: Jul 13, 2018

Honestamente debo comenzar admitiendo que Fern en el St. Regis Bahía Beach Resort en Rio Grande es uno de mis restaurantes favoritos del país. No por el lujo, sino porque es uno de los pocos que se puede comparar con las más grandiosas aulas gastronómicas del mundo. La suma del servicio a la buena comida hace que sea un lugar digno de visitar por los amantes de la buena alimentación en Puerto Rico. Se levanta sobre un terreno frente a la playa en una casona de madera que parece más una restauración de las haciendas españolas del siglo XVII que una construcción moderna. De ambiente cálido, moderno, con pisos en madera oscura y luz tenue que invita al romance. Se podría decir que Fern es la cúspide del servicio cinco estrellas en Puerto Rico, pues todos sus empleados están adiestrados en la excelencia. Es de esperarse, pues su dueño posee uno de los únicos seis restaurantes con tres estrellas Michelin en la ciudad de Nueva York. Me refiero al famosísimo chef Jean Georges y al restaurante que lleva su nombre.

            Desde el momento que se entra a la propiedad se siente la milla extra en cada detalle ofrecido. El hotel en sí es un mundo aparte donde el resto de la Isla de pierde y se ponen en escaparate solo lo mejor de lo mejor. Basta con fijarse en los portones artesanales dobles de la entrada principal o las antorchas encendidas a ambos lados del puente de madera al acercarse al pórtico de la hospedería. Una vez anuncian la llegada del huésped todos te saludan por tu apellido y conocen a lo que vienes. Con decir tus peticiones una vez es suficiente, pues ellos se encargarán de que todo caiga a la perfección. Esto pude comprobarlo en una de las veces que visité el establecimiento para el cumpleaños de mi novio, fui testigo de cómo la misma gerente general, la señora Fátima Bonano servía nuestra mesa, por lo que esa ocasión tan especial nunca ralló en menos que eso, una ocasión especial.

En cuanto a la comida, realmente es una experiencia extraordinaria. Con una opción para todos los gustos, que van desde artículos del mar hasta manjares terrestres, los sabores en cada uno de los platos no quieren ser protagonistas individuales. Todos parecen estar unidos en matrimonio sagrado, donde todos son uno y sin uno no son nada. Algo increíble que solo debe apreciarse con el mismo paladar de uno. Cabe destacar que la mayoría de los ingredientes son frescos y casi nada es comprado hecho. Esta fue la sorpresa que me lleve cuando en una de mis visitas, ordené una soda de piña y me topé con uno de los refrescos más sabrosos que he consumido en toda mi vida. Mucho mejor que aquellos Jarritos mexicanos que tanto me encantan, pero que limito su consumo por la cantidad de azúcar que contienen. Entre las órdenes oficiales de la mesa, obviamente no pueden faltar las especialidades del chef para ese día, tal como el amuse-bouche y el pan artesanal, que son evidencia de las buenas vivencias del chef y la buena forma en que aprendió de ellas. 

Con esto último que mencioné en el párrafo anterior quisiera hablarles sobre lo que yo que denomino la “perfección culinaria”. Me refiero al momento en que nuestro sentido gustativo se exalta al máximo por el placer de tener un bocado sabiamente confeccionado en nuestra boca. Ahora, deben comprender que esta perfección culinaria no se fuerza al paladar, el mismo paladar la reconocerá cuando la perciba. Fern se acerca mucho a esta perfección. Lo que me refiero con esto es que ustedes sabrán cuando algo es merecedor de halagos, no porque una comida sea costosa es buena. Hay muchas bazofias glorificadas por ahí con altos precios. Tengan esto siempre en cuenta. Las guías y los críticos nos ayudan a conseguir esta perfección más rápido, pero hay que recordar que todos somos diferentes, tenemos gustos distintos, crecimos comiendo una variedad de alimentos particular y conocemos unos ingredientes específicos. Además de que cada chef tiene su estilo. Por ejemplo, yo no soy muy amante del chef Roberto Treviño ni de sus restaurantes, aunque haya recibido premios y buenas críticas. Finalmente, aventúrense a explorar, el probar cosas nuevas es un deber del aspirante a chef, pues son estos nuevos sabores los que nos darán el conocimiento para fusionar nuevas texturas y explotar nuestra creatividad gastronómica en el futuro.


Salón del restaurante Fern en Rio Grande

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